Parece que hay momentos en los que nos cuesta dar nuestro brazo a torcer o simplemente variar nuestra opinión. En ocasiones la inflexibilidad del pensamiento se asocia con las personas mayores de 65 años, pero no siempre es así.
Existen psicopatologías que cursan con unas ideas fijas y rígidas como los trastornos del espectro autista TEA.
Pero en la población no clínica vemos que en ocasiones somos muy «cabezotas». ¿Por qué?
Probablemente miedo al cambio, miedo a lo desconocido. Sentimos inseguridad por el nuevo lugar mental al que nos dirigimos; y preferimos seguir en nuestra «vieja» posición conocida, aunque poco adaptada, es «la nuestra, la de siempre».
Ultimamente hemos visto en los medios de comunicación que mucha gente vuelve a estas posturas, por miedo a las aventuras…