Todas las entradas de: Luis De la Herrán

Luis de la Herrán es Psicólogo Clínico en el Centro Delta desde 1997 y como Mediador para la convivencia en equipos de trabajo. Es autor de publicaciones y colaborador en medios de comunicación. Ver más

Los juguetes en navidad

Jugar y los juguetes. Dos caras de la misma moneda: la diversión y el desarrollo de los valores en los niños y niñas.

En ocasiones pensamos que el juguete más caro, el que «hace más cosas» puede ser el que más aporte a nuestro hijo o a nuestra sobrina. A veces pensamos que la diversión debe ser máxima con sólo apretar un botón. En otros momentos queremos que el placer llegue a raudales, al abrir el envoltorio y ver el contenido. Pero nos equivocamos.

Para que un juguete pueda producir esos sentimentos y emociones en un niño, debe ser atractivo para él, sí; pero debe favorecer un juego activo; una interactuación proactiva del niño o de la niña. El juguete debe provocar al niño a que él aporte su creatividad, paciencia, destreza, habilidad, sociabilidad,…

Lo juguetes pasivos, que únicamente requieren ser contemplados, no aportan más que sensaciones de sorpresa o admiración; pero no ayudan a poner en marcha a los niños, a sacar lo mejor de ellos mismos.

Los juguetes activos, piden al niño que juega una respuesta, una actitud, un control, una hablidad,… y favorecen su desarrollo.

Por último, debemos saber que el mejor juguete ya está comprado, y no se vende en la tiendas: los adultos que educamos a los niños y nuestro tiempo.

Los castigos

Algunos hacen de ellos su estandarte educativo, a otros, sólo de pensarlo, les tiembla la mano, otros les atribuyen propiedades traumatizantes y otros usan más su amenaza que su presencia real.

Los castigos no educan a los niños; sino que les limitan determinados comportamientos; siempre y cuando dichos castigos cumplan unas características esenciales. A saber:

FIRMES: Si un padre o una madre dice que si Pepe sigue molestando a María le va a dejar sin cenar; si la condición se da; Pepe debe ir a la cama sin cenar. Perro ladrador poco mordedor… si ladramos… mordamos, de lo contrario, mejor no ladrar.

CORTOS: El evento negativo o la ausencia del evento positivo debe durar poco tiempo. Para saber si es corto o largo, debemos comparar con la costumbre y los hábitos del niño o la niña en cuestión. En cualquier caso nunca superiores a una semana.

INTENSO: Debe doler, debe fastidiar, debe incomodar, debe ser desagradable; pues de lo contrario se convierte en una amenaza al viento.

INMEDIATO: Debe seguir a la conducta castigada; debe ser inmediatamente posterior a lo que queremos que desaparezca.

PROPORCIONAL: Debe haber una relación entre lo que ha hecho el niño y lo que le imponemos de castigo. No vale dejarle sin Reyes Magos por tirar la comida por el suelo; ni castigarle  cinco minutos «a pensar» en su cuarto por destrozar por séptima vez los dibujos de su hermana.

COHERENTE: En nosotros está la uniformidad en el tiempo. A mismos hechos, iguales castigos; no debe depender de nuestro estado de ánimo.

CON FECHA DE CADUCIDAD: Debe terminar, y debe olvidarse, debemos aparcarlo en el tiempo, no recordar los castigos. Y antes de ponerlo, el niño o la niña deben saber cuándo acabarán. Es mejor muchos cortos, que uno largo.

ESPORÁDICO: Debe aparecer de vez en cuando, no puede ser cuna constante en la vida del niño. No debemos castigar, por poner un límite, más de dos veces al día a niños de entre 4 y 9 años. Si sobrepasamos ese límite, deberemos replantearnos la estrategia educativa en general y disponer de otros recursos más efectivos.

SIN ENFADARSE: El castigo es una consecuencia a una conducta negativa y pide un control emocional y un freno al castigado. No podemos ser incoherentes y actuar de su misma manera. No podemos castigar chillando y sin hablar al niño durante una tarde entera cuando la conducta castigada es que el niño se ha enfadado y ha ignorado a su hermanita.

DISTINGUIR CONDUCTAS DE PERSONAS: No castigamos personas, sino comportamientos; por eso no está de más decir: «Pepe, eres un buen niño, te quiero mucho, pero esta noche te quedarás sin cenar por tirar toda el agua por el suelo mientras te bañabas».

Y recordar que… los castigos NO ENSEÑAN, no educan, no hacen que los niños se comportan mejor; eso es el papel de los REFUERZOS. Los castigos es el tercer recurso educativo tras premiar e ignorar.

¿Quién dijo que era fácil?

La soledad

En estas fechas navideñas, muchas personas aprovechamos para pasar más tiempo con nuestros familiares más cercanos. Rompemos nuestra tendencia y añadimos personas a nuestra rutina.

Pero hay personas que les cuesta disfrutar de unos familiares o amigos a su lado. La soledad es uno de las principales factores predisponentes para la depresión y los sentimienos depresivos catastrofistas.

Cuando las personas no encontramos un sentido a nuestras vidas, cuando la monotonía y la rutina nos hacen tender a aislarnos, a repetir hábitos de conducta que no favorecen la socialización; es entonces cuando tenemos riesgo de vivir en soledad.

La depresión es uno de los principales trastornos de la salud para la sociedad occidental según la OMS para los próximos veinte años.

Los recursos personales para salir de esta soledad y abrirnos a otras personas, a otras rutinas, a nuevas experiencias, a actividades que en principio puede que no nos atraigan, pero que a la larga nos reportan bienestar están a nuestro alcance: la voluntad de cambiar nuestros hábitos. Las conductas que se salen de nuestra costumbre, nos producirán nuevas emociones y nuevas ideas, que a su vez facilitarán nuevas compañías.

En nuestras manos está, como tantas otras cosas… Las personas tenemos muchos más recursos personales de los que imaginamos. El acompañamiento terapéutico por un psicólogo es un recurso del que podemos hacer uso mientras caminamos hacia nuestras metas.

Niños Superdotados

La superdotación y las altas capacidades son cuestiones que cada vez nos preocupan más. La tendencia en nuestra sociedad del conocimiento es a cuidar e individualizar más el desarrollo y la educación de nuestros hijos.

Las administracion pública, en su tarea de regular la educación de nuestros jóvenes debe aticular sistemas de protección y abordaje efectivo de estas diferencias.

Desde los test de Binet y Simon de principios del siglo XX, la inteligencia no ha sido un constructo monolítico o monocolor; sino que se ha compuesto de varias áreas, pero tuvo que ser Howard Gardner quien nos hablara directamente de las inteligencias múltiples. Gracias a su influencia, entre otros, ahora podemos elaborar programas de abordaje educativo en los que se potencie aquellas áreas y capacidades del alumno que puede desarrollar con más destreza.

En Bizkaia, la Asociación Aupatuz está agrupando a familias que luchan por conseguir un abrodaje educativo acorde con las capacidades de sus hijos.

www.aupatuz.blogspot.com

 

Psicólogo General Sanitario

El Consejo general de Colegios Oficiales, a fecha de noviembre de 2011, ha publicado un documento en el que se refleja la legislación actual, los procesos previstos para la creación de dicho título, sus funciones, etc.

En breve, por lo tanto, tendremos una licenciatura / grado en psicología, un máster oficial  en psicología general sanitaria que dará acceso al título de Psicólogo ganeral Sanitario y una especialidad en Psicología clínica que podrá obtenerse exclusivamente por via Psicólogo Interno Residente PIR.

La parte positiva es que la psicología está reconocida como profesión sanitaria; la negativa que el legislador nos fracciona nuestro trabajo, lo especializa y crea áreas, desde nuestro punto de vista absurdas y que sólo obevecen a intereses particulares de diferentes grupos de presión.

La psicología clínnica y de la salud debería ser sanitaria (como ya lo es) y única en sus funciones y especialidad: evaluación, diagnóstico y tratamiento de los problemas mentales y del comportamiento así como la promoción del bienestar emocional, cognitivo y comportamental de las personas.

Que el humor no nos falte, y que sigamos trabajando con las personas, que es lo que en última instancia nos ocupa y preocupa.

El enamoramiento

¿Qué sentimos cuando nos enamoramos?, ¿qué especie de sensación placentera recorre nuestro cuerpo?, ¿qué pensamientos monotemáticos ocupan nuestras cabezas?, ¿qué acciones, en ocasiones inconscientes, ocupan nuestro tiempo?

El estado de enamoramiento incluye, desde el punto de vista fisiológico, un cambio importante del que se ocupan los fisiólogos; pero desde le punto de vista emocional es la manera que tenemos las personas de comenzar una relación de pareja, con más ingredientes de pasión que de razón.

Puede parecer que esta fase en la relación de pareja pertenece exclusivamente a los adolescentes, que guiados por su baile de hormonas, se dejan llevar por fascinaciones futiles y temporales que caducan en menos de una semana,… o no. No hay edad para el enamoramiento. No hay edad para el amor.

La psicología cognitivo-conductual nos ayuda a entender el para qué de este enamoramiento: tenemos experiencias emocionalmente intensas con el ser amado; vivimos momentos de pasión, embriaguez e incluso falta de apetito con esa persona tan especial. Esa persona está siendo «grabada» en nuestras emociones, estamos aprediendo a experimentar ese amor junto a ella y sólo con ella. Aprendemos a sentirnos así de bien sólo en su presencia. Nos condicionamos, en última instancia, de manera similar a la que lo hizo el tan famoso perro de Pavlov: condicionamiento clásico: por las emociones.

Tras esta fase llegan las «fases más duras» (y a la vez más gratificantes a largo plazo) en la que se pone a prueba a la pareja enamorada: la convivencia, el cansancio, al aburrimiento, la unicidad de cada uno, la rutina,… y en todo esto el enamoramiento ha servido para dar alas estas posteriores fases: nos posibilita crear algo realmente enriquecedor para ambos, crecer como personas indicivuales y como pareja: ser tres en la relación.

V Congreso Internacional de Psicología y X Nacional de Psicología Clínica

V Congreso Internacional y X Nacional de Psicología Clínica que se celebrará en Santander, del 26 al 28 de abril de 2012, que organiza la Asociación Españolade Psicología Conductual (AEPC)

Puedes consultar el programa científico aquí.

Con ponentes de la talla de:

Dra.  Suzanne Bennet Johnson, Dr. Michael Eysenk, Dr. Geoffrey M. Reed, Dr. Wayne  A. Bardwell.

Agresión sexual a niña de 10 años

Este sábado se ha producido una agresión sexual en Leioa (Bizkaia). Un varón de unos 45 años ha forzado, supuestamente, a una niña de diez años.

La situación nos parece dantesca, terrible, recriminable y a todas luces intolerable. La superioridad en la edad, la indefensión que puede sufrir la menor y los comportamientos de violación de la intimidad convierten a esta escena en inaceptable.

¿Cómo podemos evitar estas situaciones? ¿podemos proteger a nuestros hijos e hijas de este tipo de agresiones?

Realmente ejemplos como el que lamentablemente citamos, son difícilmente evitables de manera directa. Pero podemos ofrecer unas pistas sobre cómo actuar para que esto ocurra con menos frecuencia.

Desde el punto de vista institucional, las administraciones encargadas de evaluar, tratar y supervisar a individuos con trastornos mentales y del comportamiento que les llevan a agredir a otras personas, deberían reevaluar y recalibrar su metodología, sus procedimientos o sus baremos de reinserción y de probabilidad de agresión.

Desde el punto de vista de las familias con hijos e hijas en edades similares, debemos saber que hechos como éste son hechos aislados; pero debemos dotar a nuestros hijos de las herramiemtas para defenderse de extraños: no hablar con desconocidos, rehusar ofrecimientos apetecibles, gritar sin dudar ante una duda de confianza, etc.

Desde el punto de vista de la familia de los menores agredidos, debemos aconsejar un apoyo incondicional al menor; prestándole toda nuestra escucha y toda nuestros recursos para que alcance su bienestar. A su ritmo. No olvidemos que estamos ante problemas emocionales; no conductuales.

Y por último, desde el punto de vista de la víctima, debemos evaluar hasta qué punto es víctima; sus niveles emocionalmente perjudiciales, su adaptación a su vida diaria, sus recursos para hacer frente a lo sucedido, etc. Y debemos, sobre todo, realizar un tratamieto para minimizar y mitigar lo sucedido, dejando el tiempo que cada persona necesite, para «digerir» el acontecimiento, e incluso para vivirlo de manera positiva y enriquecedora. No es tan raro experimentar la resiliencia en estos casos.

La Psicología tras la aprobación de la Ley de Sanidad Pública

El Coelgio Oficial de Psicólogos de Bizkaia, celebrará una reunión informativa sobre c´mo está la situación legal de los psicólogos y psicólogas tras la reciente aprobación de la Ley de Sanidad Pública.

Dicha reunión se celebrará el próximo Viernes, día 2 de Diciembre de 2011 a las 9,30 horas, en los locales del C.O.P. – Bizkaia, sito en la calle Rodriguez Arias, 5 – 2º en Bilbao. Se ruega confirmación previa.

Desde este blog animamos a todos los colegiados a participar.

Las Mentiras

Todas las conductas que mostramos las personas tienen una funcionalidad; es decir, sirven para algún fin. En ocasiones esas metas o esas razones son evidentes o «simples», y en otras ocasiones nos cuesta más encontrarlas porque no son tan explícitas; pero absolutamente todas tiene un «para qué».

La salvedad a esta afirmación está en los trastornos de origen claramente orgánico, que impiden a la persona manejar la voluntariedad de sus actos.

Las mentiras son comportamientos propios de nuestra especie cuya principal función es evitar el siguiente escenario desagradable o incomodo para la persona que miente. Diremos que no existen personas mentirosas; sino personas que mientan.

La evitación de elementos dañinos, y su combinación con la variable temporal («ahora me alivio pero luego…»), hacen de las mentiras un clásico en nuestros hijos mayores de 6 años, en adolescentes, en adultos y en mayores. Cuanto mayor es la mentira, más deberemos elaborarla, crearla, concretarla, relacionarla, dotarla de credibilidad para salir del paso en ese momento. Y ese proceso es costoso.

Las mentiras en la infancia son simples, porque en estas edades se carece de la perspectiva temporal y de la suficiente empatía como para anticiparse y ponerse en el lugar del que «traga con todo». Al llegar a la adolescencia, las mentiras funcionan entre otros motivos, para fines sociales evidentes; ya que el peso del grupo, la imagen y el qué diran, hacen presión sobre el individuo de tal manera que en ocasiones le es muy difícil afrontar la verdad.

Hay mentiras piadosas e incluso recomendables, como las que contribuyen a crear un buen clima entre amigos y en la pareja: No se evidencian fallos, errores, carencias, que son a todas luces insubsanables y sólo contribuyen a contaminar la relación.

Y por último, hay mentiras culturales que proporcionan una mágica ilusión en los más pequeños cuando se acerca determinada epoca del año, y los padres nos ponemos el disfraz de la ilusión que monta en camello…