El enfado es un sentimiento adaptativo que nos sirve para enfrentarnos a las dificultades y defender nuestros derechos cuando sentimos que debemos hacerlo.
La ira es una expresión del enfado de manera desmedida y que probablemente facilita que los que nos observan, se enfrenten a nosotros y, por tanto, perdamos posibilidades de defender nuestros derechos y nuestros intereses.
Cuando los padres nos enfrentamos a nuestro hijo con un arrebato de ira, debemos tener en cuenta, de manera genérica, que existen actitudes y comportamientos que habitualmente NO funcionan:
- “Contar hasta diez”
- “Pídele perdón a tu hermano»
- Ironía y sarcasmo
- “Daos la mano”
- Querer GANAR a toda costa
- Apelar al PODER con VIOLENCIA
- CEDER para evitar males mayores
- Anticipar antes de que pase: profecía autocumplidora
- Dar muestras de debilidad
- “Piensa sobre lo que has hecho”, “haz la tesis de filosofía sobre lo sucedido, y me la cuentas…”.
- Buscar LA razón, LA verdad y DARLA
- Preguntar sobre HECHOS, DATOS, QUIÉN EMPEZÓ,…
- “Olvídalo, eso NO es importante…”
- Estar enfadados desde el minuto cero. “Sospecha que acertarás”
- Intentar ganar batallas perdidas
- Pedir más de lo que puede dar
- Entrar a demasiadas explicaciones y justificaciones
- “Yo a tu edad…”
- “A mí no me daban tanto como a ti…”
- “Pues tu hermano con tu edad…”
- “Mira tu prima Genoveva…”.
Por el contrario, SI suelen funcionar abordajes del estilo de:
- Frases directas
- Descripción periodística de lo que ves
- Expresión de nuestras emociones
- Marcharnos en caliente (huir = vencer); retomar en frío.
- Modelado: hacer lo que decimos; coherencia palabras / actos.
- Actividades distractivas potentes
- Hablar pasada la tormenta
- Mantener la autoridad: firmeza aunque no hagan caso
- Humor (condición: reírse los dos)
- Preguntar sobre sentimientos y opiniones: ¿Cómo te sientes?, ¿qué crees que es mejor ahora?, ¿cómo podemos arreglarlo?, ¿cuál es TU responsabilidad en esto?.
- Nuestro lenguaje interno: “lo puedo conseguir”, “es un buen chico/a”, “está pasando una mala época”, “necesita mi ayuda”, “tengo que marcarle límites para que se sienta seguro”, “es normal que se rebele”, “si le quiero y le digo que no, estoy haciendo lo correcto”.
- Respiración abdominal
- Relajación muscular profunda – Jacobson
- Relajación autógena
- Desactivación física
- Visualizaciones de escenarios positivos y deseables: regodearse en futuros esperanzadores, ¿y por qué no?
- Extinción de la función de la conducta: no entrarles “al trapo”, “dejar pasar la bola”, “no picar”,… si buscan el enfrentamiento.
- A mayor tranquilidad de padre y madre, menor índice de enfados en hijos/as
- Actividades de “respiro”
- Vuestro hijo/a no lo es TODO en vuestra vida
- Ser modelos de autocontrol
- Creer firmemente que el CAMBIO es posible; en ellos/as y en nosotros
- Compartir complicidades.
- “Soy tu padre/madre, soy mayor que tú y te quiero. Estás castigado/a sin salir mañana”
- “Te dejo que te enfades, quiero que te enfades, te quiero y estás castigado/a”
- “Yo nací antes que tú”
- “No soy tu colega, ni tu vieja/o, soy tu madre/padre y me llamarás Aita / Ama”
- “Si me equivoco, te pediré disculpas; no soy infalible”
- “Estás muy cabreado/a, ahora no podremos seguir hablando”.
- “Mi papel es ponerte límites y quererte. Esto no te lo dejo hacer porque te quiero”
- “Ahora no es un buen momento para hablar, mañana seguiremos con el tema”
- “Llevas 25 minutos gritando sin parar, me siento muy harta de esta situación”
- “No entro en la vida de tus amigos/as ni en lo que hacen o dicen sus padres. Yo pongo las normas en esta casa porque te quiero”
«¿Qué hacer cuando nuestro/a hijo/a se enfada?. Lo que funciona y lo que no.»
Pero el tiempo de reacción del miedo es limitado. Es decir, que no «podemos» sentir miedo durante mucho tiempo y muy intensamente, porque nuestro cuerpo se agotaría y comenzarían a aparecer consecuencias derivadas de ello: ansiedad, depresión, fobias, falta de control de los impulsos, iritabilidad, ataques de ansiedad, etc.
El Instituto Superior de Psicología Clínica y de la Salud ISPCS y la Asociación Española de Psicología Conductual AEPC, organizan en Granada, los días 17 y 18 de mayo de 2012 esta formación.
Y no nos damos cuenta que los niños y niñas poseen una capacidad de tolerancia a la frustración superior de lo que imaginamos. Los profesores así lo pueden atestiguar. En más de 14 años de trabajo como psicólogo con familias, nunca me he encontrado un niño o niña con problemas emocionales derivados de un límite impuesto por sus padres; es más, cuando existen unos límites claros que son innegociables (no olvidemos que la familia es una institución no-democrática en la que se deja margen de acción, pero las decisiones importantes, las toman los padres), cuando existen esos límites,los hijos se sienten más seguros: tienen una referencia clara en la que apoyarse o contra la que luchar, pero es clara, es definida. Y eso ayuda mucho al desarrollo de la salud psicológica de los hijos.
En él se porponen líneas de actuación estratégicas como la mejora de los servicios de acceso a los profesionales de la salud y la política activa de mercados de trabajo. En él también se refleja que la demanda de servicios de salud mental ha aumentado, y los recursos de las instituciones han disminuido.
En ella se recogen los planteamientos teóricos de diagnóstico e incidencia, para más adelante proponer unas pautas concretas de actuación para padres y profesores; basadas en autores de tanto prestigio en este tema como Ana Miranda o Isabel Orjales.