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¡A comer! Pautas para mejorar comidas y cenas.

¡A comer! Pautas para mejorar comidas y cenas. Entrada realizada por Iñigo Ruiz Landera. Tras leer con detenimiento el libro: «A comer», de Eduard Estivill y Montse Domènech » (Editorial De Bolsillo).

Pretendemos aportar unos claros consejos para cuando las comidas con tu pequeño o pequeña se vuelven una auténtica pelea.

Si pudiéramos hacer que en el país del hambre reinaran el hábito y la paciencia, conseguiríamos mayor facilidad y menos peleas en la cocina con el puré, el pescado, verduras y filetes… Recientemente hemos hecho una entrada sobre los hábitos de sueño de los más peques.

Es importante, desde el punto de vista de los padres, que los niños/as generen un buen hábito de comidas. En esencia, los problemas se relacionan con una preocupación de muchos progenitores, tanto respecto a sus capacidades parentales (que se ven cuestionadas) como respecto a una posible malnutrición del niño que lleve a problemas en la adultez.

¡A comer! Pautas para mejorar comidas y cenas. Imagen generada con I.A.

Por un lado, en este resumen se detallarán ciertas pautas que ayudarán a los padres a darse cuenta de cómo unas malas prácticas del aprendizaje de comer no están relacionadas con su capacidad de dar afecto, atención y cariño a su hijo o hija. Hay que tener en cuenta que va a ser siempre el profesional de la pediatría el que lleve la revisión de parámetros como el peso y la altura. Una preocupación excesiva en este aspecto es contraproducente y en la amplia mayoría de los casos no suele estar respaldada por la evidencia de las pruebas médicas.

  1. Los niños no nacen sabiendo comer. La gran mayoría de las veces, los niños/as no tienen problemas con la comida por otras razones sino porque no han adquirido el hábito y no han aprendido a hacerlo. La explicación correcta sería la más fácil de todas.
  2. Siempre recordar la diferencia entre el aprendizaje de la conducta de comer y el proceso biológico del hambre. La saciedad es una necesidad fisiológica del ser humano, tarde o temprano los niños van a tener hambre. Por lo tanto, no es conveniente, y es incluso contraproducente, preocuparse y estresarse porque el niño no coma. Decimos que es contraproducente porque el niño asocia la inseguridad que ve en los padres al acto de comer, con lo cual no aprende la conducta con seguridad, que es lo más importante.
  3. No vale con intentar más de lo mismo para que coma. Aquello que vienes haciendo suele significar intentos destinados a distraerle y divertirle de distintas formas para lograr que se distraiga y que coma. ¿Por qué?
  4. Asocia que el comer está ligado a la diversión. Con tanto despiste, no aprende que cuando el contexto es mesa, horario, babero, olor, silla, tiempo… toca comer. Los padres no están aplicando siempre la misma estrategia y el niño se siente perdido.

Otras pistas

  1. La propia diversión es un fin en sí mismo. El niño estará más atento a divertirse que a comer.
  2. Puede ocurrir que el niño haya aprendido a “manipular” a los padres portándose de manera inadecuada y no comiendo. ¿Por qué?
  3. Para obtener la atención y los cuidados de estos
  4. y para conseguir que le den lo que quiere: poner la TV, contarle un cuento, cambiarle la comida porque no le gusta…
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Por lo tanto…

  1. Es importante darse cuenta de esto y ponerle freno, así como no caer en el juego.
  2. Tampoco, sin embargo, se debe castigarlo severamente, porque son conductas que el niño aprende para lograr lo que quiere, no se basan en una manipulación perversa.
  3. Por lo tanto, hay que llevar a cabo una serie de pasos de manera escalonada:
  4. Se le sienta en la silla con todos los cubiertos y platos a su disposición.
  5. Importante que sea siempre la misma persona la que da de comer y sean siempre condiciones casi idénticas. Si no es la misma persona, que la alternancia sea la menor posible y que se lleve a cabo la misma estrategia de forma sistemática. ¿Por qué?
    1. La seguridad crea la conducta. Se bloquea la asociación de comer a estímulos externos que luego no podrás controlar si comes fuera de casa, impidiendo la generalización (p. ej., sólo come al poner la tele).
  6. Se le intenta dar de comer (3 minutos).
  7. Si no ha funcionado, se le quita el plato como si no hubiera pasado nada, sin enfadarse ni quejarse al niño, y se queda sentado 3 minutos esperando.
  8. Se le intenta dar de comer por segunda vez (4 minutos).
  9. Si no ha funcionado, se le vuelve a quitar el plato, y se queda otros cuatro minutos esperando. De esta manera, no se condiciona aversivamente al niño y se puede probar una tercera vez; además, tampoco se pierde excesivo tiempo en el proceso.
  10. Se le intenta dar de comer por última vez (5 minutos).
  11. Si no funciona, se queda sin comer durante la comida y no se le permitirá comer hasta la siguiente comida (la cena). ¿Por qué? Este “tiempo fuera” consigue de diversas maneras que se genere un aprendizaje por un cúmulo de razones:
  12. La necesidad fisiológica de comer vuelve al organismo, siendo esta una variable que quizá no se estaba dando y por eso no comía.
  13. Se recupera el control sobre los ritmos circadianos, cosa que no ocurriría si come a deshora.

Importante para recordar:

  1. Es importante que se establezcan reglas porque los padres son los que “mandan”, y los hijos tienen que habituarse a esto. Los padres explicarán razonadamente los argumentos de su decisión para no caer en un autoritarismo superfluo.
  2. Es importante reforzar las conductas adecuadas mediante reforzamientos sociales, no mediante distracciones. Los reforzamientos sociales pueden ser elogios y cumplidos o simples sonrisas y gestos positivos que reforzarán la conducta del niño en posteriores ocasiones.
  3. Para los hitos del desarrollo más grandes -como cuando el niño es capaz de comer fuera de casa o empieza a comer un alimento que hacia el cual no sentía agrado-, puede ser más útil el uso de reforzamientos mayores. Estos deberían estar relacionados con la sociabilidad del niño y que consistan en viajes, ir al cine, una tarde de juegos de mesa… Tras la vivencia de un “reforzador mayor” la persona tiende a repetir la conducta que ha emitido.
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No es lo mismo conseguir que coma, que conseguir que coma bien. A pesar de que son procesos relacionados, y el primero predispone al segundo desde una perspectiva más general. Lograr una alimentación completa y nutritiva es un proceso más profundo que exigirá unas técnicas adicionales para ser efectivo y duradero. Esto es debido al desarrollo de capacidades cognitivas más avanzadas en los niños -que van creciendo física y mentalmente-.

Para conseguir que coma bien:

  1. Habrá comidas que le gusten intrínsecamente y otras que no. Es buena idea ir combinando cantidades cada vez más grandes de comida que no le guste con comida que le gusta. Hay que tener en cuenta que el niño no nace con disgusto por ninguna comida concreta. Gran parte de sus gustos se generan por asociación de las comidas a factores externos e internos presentes a la hora de comer.
  2. Importante que, aunque a los padres no les gusten ciertos alimentos, el niño se acostumbre a comerlos; exigirá esfuerzo de voluntad por parte de los padres y madres.
  3. Cuidado con dulces y golosinas. Estos llenan mucho, no darlos antes de comidas. Tampoco darlos como premio, salvo en contadas ocasiones especiales, ni ceder a chantajes de los niños. Por ejemplo: “si me compras estas chuches me voy a comer eso luego”, porque no lo suelen hacer, y no generan una rutina de aprendizaje.
  4. Si no come un plato concreto, no hay que preocuparse. Sin embargo, si no come bien una serie de alimentos de las mismas características, habrá que aplicar los principios de aprendizaje que hemos mencionado anteriormente (3, 4 y 5 minutos).

Indicaciones finales a modo de resumen.

En definitiva, establecer hábitos alimenticios saludables en la infancia no solo favorece el bienestar físico del niño, sino que también fortalece su autonomía y su relación con la comida a lo largo de su desarrollo. Los padres y madres deben enfocarse en proporcionar un ambiente estructurado, seguro y libre de tensiones en el que los menores aprendan a comer de forma natural. Con paciencia, consistencia y estrategias adecuadas, se deberá tender a fomentar esta alimentación adecuada. Logrando así que el proceso de comer sea una experiencia positiva tanto para el niño como para la familia.

Pistas efectivas para que duerma.

Pistas efectivas para que duerma. Estas pistas son el resumen del libro: «A dormir», del Dr. E. Estivill realizado por Felipe Herrera Lecaros, psicólogo.

«Planteado así, parece que va a ser más difícil de lo que pensaba. ¿Conseguirá que se duerma solo/a?, ¿será capaz algún día de conciliar el sueño sin que yo haga nada?» Sí, se puede. Por eso hemos titulado a esta entrada «El arte de dormir sin ayuda». Hemos hecho otra entrada sobre «A comer», del Dr. Estivill y M. Domènech.

Por qué el menor no duerme.

Si el niño o la niña presenta problemas para conciliar el sueño, es necesario entender por qué no duerme. En primer lugar, hay que tener en cuenta que no se trata de una enfermedad (aunque pueda haber alguna excepción) ni de un trastorno psicológico. Tampoco se debe pensar que se le está mimando demasiado, y lo más importante: no es culpa de los padres. Es fundamental tener claro que el niño no puede dormir porque no sabe cómo, ya que no ha aprendido a dormir correctamente.

El ritmo circadiano de las personas es muy importante, y para el desarrollo de un niño o niña, aún más. Por ello, es esencial que el niño o la niña tenga diferentes hábitos que respeten su horario y su forma de hacer las cosas. Algunos ejemplos son: las comidas, el colegio, el juego, etc. La hora de dormir no es una excepción. Es muy importante tratar de que el niño se acueste aproximadamente a la misma hora siempre. Si se rompe este ciclo, su hora de sueño se desajusta, lo que hará que le cueste más conciliar el sueño. Esto se debe a que ni él mismo sabe cuándo debe dormir al hacerlo a una hora diferente cada día.

Pista 1: Crea el ambiente perfecto.

Además de lo mencionado anteriormente, existen diferentes elementos externos que ayudan al niño a regular su reloj biológico y facilitan que pueda conciliar el sueño. Estos elementos permiten que el niño los asocie con la hora de dormir y con otros hábitos de su día a día. Cabe destacar que el ritmo circadiano varía en cada menor. Dependiendo de factores como la edad y la disponibilidad de los padres, ciertos hábitos se harán con más regularidad o menos:

  • Luz-Oscuridad: Es esencial que cuando el niño esté en la cama para dormir por la noche, el nivel de oscuridad sea siempre el mismo. Lo mismo ocurre con el nivel de luz cuando esté durmiendo la siesta. Esto facilitará que el niño reconozca cuándo es hora de dormirse y cuándo es hora de echar una siesta.
  • Silencio-Ruido: Por la noche, es importante que haya el mayor silencio posible y que durante el día haya más ruido. De esta manera, el niño aprenderá a asociar el momento de dormir con un entorno silencioso.
  • Horarios de comida: Desde que el niño nace, asocia la comida con el sueño, sabiendo que después de comer le toca dormir. En los bebés, este patrón es más evidente, ya que el periodo de sueño que tienen no es muy prolongado; van durmiendo a ratos. A medida que crecen, la noche se convierte en la principal hora de sueño. Por ello, es importante no romper esta asociación y respetar sus momentos de siesta después de la comida.

Hábito del sueño: Cuando el niño vaya a conciliar el sueño, es importante que lo haga por sí mismo, sin la ayuda de nadie. Los padres deben ser conscientes de que, sin darse cuenta, pueden transmitir sus estados de ánimo y emociones al niño, como la inseguridad, cuando éste no puede dormir. Por eso, es fundamental que los padres se muestren seguros de sí mismos, que transmitan confianza y seguridad.

Pista 2: El impacto de dormir con el niño

En muchas ocasiones, los padres, tratando de aliviar al niño, duermen con él hasta que se queda dormido para luego marcharse de la habitación y dejarlo solo. Esto puede hacer que, a mitad de la noche, el menor se despierte y no pueda volver a dormir porque no tiene a nadie cerca. Este comportamiento está relacionado con el hábito a la hora de dormir. De manera inintencionada, los padres transmiten inseguridad al niño. Lo que debería ser un entorno seguro se convierte en un lugar de incertidumbre al faltar el elemento con el que el niño asocia el sueño. Por ello, es importante tener en cuenta el siguiente punto.

Pista 3: Seguridad ante la noche

En la cuna o en la cama, es fundamental que el niño tenga algunos elementos que permanezcan con él toda la noche, es decir, que no se vayan en ningún momento. Por ejemplo, en el caso de los niños que no dejan el chupete, se pueden dejar varios chupetes en la cama. De este modo, si se despierta, pueda coger uno sin necesidad de llamar a los padres. Otro ejemplo pueden ser los muñecos / peluches. Es importante que los padres elijan el “peluche de dormir” de entre los que ya tiene el niño, ya que esto le proporcionará seguridad. Además, los padres deben presentar el peluche al niño, ponerle un nombre y decirle que dormirá con él y que se quedará toda la noche.

Pista 4: Cómo enseñarle a dormir bien desde le principio.

Es importante tener en cuenta que un niño recién nacido no duerme igual que un niño de 4 años. Por eso, es fundamental diferenciar las etapas y saber qué hacer en cada una:

  • Recién nacido: Los recién nacidos tienen una fuerte asociación con dormir después de comer, por lo que es importante respetar estos hábitos. Como hemos dicho antes, también es recomendable empezar a enseñarles otras asociaciones, como la luz-oscuridad y el silencio-ruido. No es recomendable que duerman en la cama de los padres. Algunas opciones mejores son que duerma en la habitación de los padres, pero en su cuna, junto a ellos. Es importante que, cuando se realice el cambio de la cuna a la cama, el niño ya esté acostumbrado a dormir en su propia habitación. Cabe destacar que, en esta etapa, si al menor se le da la cantidad adecuada de comida, no se despertará y no llorará por hambre, sino por incomodidad.
  • Tres meses: En esta etapa, es crucial comenzar a inculcar un buen hábito del sueño. También se recomienda crear un ritual antes de dormir, para que el niño se calme y se relaje, como darle un baño, cantarle, mostrarle juguetes o hablarle suavemente. Es esencial que la rutina antes de acostarse sea siempre la misma.
  • Seis meses en adelante: A partir de los 6 meses, es importante no alterar demasiado los horarios establecidos. Aunque el niño ya duerma toda la noche, todavía realiza siestas durante el día. Es esencial que no se exceda la cantidad de horas que duerme durante el día. Además, el niño debe estar cómodo en su cama, sábanas limpias y pijama adecuado, fresco en verano y abrigado en invierno.

Pista 5: Cómo reeducar el hábito del sueño.

No es recomendable: cantarle hasta que se duerma, mecerlo en la cuna, mecerlo en los brazos, darle la mano, pasearlo en el cochecito, darle caricias, darle el biberón, dejar que corra para que se canse, llevarlo a la cama de los padres o darle agua, etc.

En los casos en los que el menor ponga trabas para quedarse dormido, como llorar, moverse por la habitación o tirar cosas, se puede intentar realizar un ritual antes de irse a dormir, como cantarle. Es importante marcharse antes de que se duerma y nunca después. De esta manera, se consigue asociar el sueño con algo positivo. Si el niño sigue mostrando resistencia, lo recomendable es entrar en la habitación en intervalos cortos de tiempo (3-5 minutos), sin hacer nada al entrar. Esto le ayudará a asociar el sueño con algo agradable.

A medida que el niño crece, va adquiriendo la habilidad de hablar. En muchas ocasiones, los padres responden a todas las necesidades que el niño expresa verbalmente, sin darse cuenta de que, en realidad, el niño solo busca el contacto humano. Por ejemplo, puede que el niño diga «sed» porque tenga sed realmente o puede que no, podría estar buscando simplemente atención. Lo mismo ocurre cuando el menor habla para que los padres permanezcan con él durante la noche. Por ello, se recomienda ignorar estas peticiones, ya que el niño aún no comprende claramente el significado de las palabras.

Pista 6: Cuestiones horarias.

Las recomendaciones de horas de sueño son las siguientes:

  • Recién nacidos: 16-17 horas diarias en períodos de 2 a 6 horas.
  • Tres meses: Con ayuda, aprenden a adaptarse al ciclo del sueño de día y noche. Duermen 3-4 siestas, y los períodos nocturnos son más largos, de 5 a 9 horas.
  • Seis meses: 14 horas diarias, con dos siestas al día. Los períodos nocturnos se extienden a 10-12 horas.
  • De doce a catorce meses: El sueño nocturno se reducirá ligeramente y la siesta se reduce a una. Las horas totales de sueño disminuyen a medida que el niño crece.

En el caso de necesitar cambiar el horario del suelo del niño, esto se puede hacer sin forzarle demasiado. Se le puede dejar 30 minutos más despierto por la noche cada semana, de manera que no se le haga muy difícil ni muy pesado el cambio de horario.

Pista 7: Parasomnias y otros problemas.

Cuando un niño tiene pesadillas, generalmente se debe a algún fenómeno externo que le está causando inquietud. En estos casos, lo mejor es transmitirle seguridad al menor, para que se calme y supere el miedo, sin grandes explicaciones, pero con contacto físico.

En el caso de otras parasomnias como el sonambulismo, terrores nocturnos, bruxismo, somniloquia y movimientos de auto mecimiento, hay que tener en cuenta que son relativamente propias del desarrollo evolutivo y no suelen ser peligrosas. Por lo tanto, no se recomienda intervenir en ellas, pero, aun así, en casos como los terrores nocturnos y el movimiento auto mecimiento, es recomendable quedarse cerca para evitar que el niño se haga daño. En el bruxismo, aunque no es peligroso, si la contractura es muy fuerte, sería recomendable intervenir.

En cuanto a los ronquidos, estos son muy comunes. Sin embargo, es importante observar si son frecuentes o si el niño duerme con la boca abierta y respira con dificultad. En ese caso, se recomienda consultar a un especialista.

Aunque la probabilidad es baja, cuando los problemas para dormir del niño se deban a problemas emocionales y no a una mala educación del sueño, muchas de las recomendaciones mencionadas podrían no ser aplicables o necesitar modificaciones. En estos casos, es importante que se consulte a un especialista, ya que las soluciones pueden variar dependiendo del problema. A pesar de ello, si el problema psicológico causa angustia en el niño y le impide dormir, lo más importante es centrarse en aliviar esa angustia.

Pistas efectivas para que duerma. Dudas más comunes.

Cuando se hacen viajes con el menor, donde lo esperado es dormir fuera de casa, lo más importante es que se lleve a ese “peluche de dormir” o manta con la cual el niño esta familiarizado y acostumbrado a dormir.

Si mientras se hace la reeducación del habito del sueño, el niño vomita, hace caca o se orina, es importante hablarle con dulzura y no castigarlo, ya que se trata de algo que no sabe y que está aprendiendo.

Se le puede dejar un rato viendo tele antes de dormir, aunque no es lo recomendable. Pero lo importante es que no se le debe dejar de forma descontrolada y sin límite. Debe ser algo esporádico y controlándole el tiempo que lleva viendo la televisión. Según la Organización Mundial de la Salud, en niños de 0 a 4 años, lo recomendable es que no pasen tiempo frente a las pantallas. De 2 a 4 años en el caso de que lo hagan, no debe de sobrepasar la hora. Lo mejor para esto siempre son los cuentos en papel.

Es posible que el niño llegue a desarrollar un insomnio si esta tratando de aprender un habito del sueño, pero esto solo es temporal. En otros casos como por ejemplo la llegada de un hermanito, puede también crearle insomnio ya que ya no se siente el “rey de la casa”.

Salvo prescripción médica, no es recomendable darle medicamentos al niño para conciliar el sueño. En cualquier caso, ante la duda lo primordial es consultarlo con un especialista

En el caso de gemelos, no hay ningún problema en enseñarles a tener un habito del sueño. En el caso de que se trate de corregir un mal habito del sueño en los dos, lo más recomendable es separarlos y enseñarle a cada uno por separado, ya que puede que estos reaccionen de formas muy distintas.

Pistas efectivas para que duerma. Estas pistas son el resumen del libro: «A dormir», del Dr. E. Estivill realizado por Felipe Herrera Lecaros, psicólogo.

Los miedos

Elmiedo miedo es una de las emociones más básicas del ser humano. Sin el miedo no habríamos sobrevivido como especie. En realidad su función es adaptativa, ya que actúa como una alarma que nos indica que nos salvemos del peligro. Lo malo es que a veces el miedo no es real, o no responde a una amenaza física verdadera.
Todos los niños y niñas tienen miedos, algunos leves que se presentan sin razón aparente y que tienden a desaparecer (miedos evolutivos). Sin embargo, hay miedos que permanecen más tiempo del que se considera prudente y desde la familia comenzamos a probar diferentes técnicas sin resultados.
Uno de los más comunes es el miedo a la oscuridad. Uno de cada tres niños/as lo padece. Acostumbra a desaparecer alrededor de los 9 años. El temor a la oscuridad se asocia con miedos diferentes: separación de padres y madres, soledad, pesadillas, desamparo, etc:

• El niño/a debe aprender a dormir a oscuras y no necesariamente en silencio absoluto, ya que esto le lleva a sobresaltarse con el menor ruido.
• Establecer una rutina para acostarse: acostumbrarles a seguir la misma pauta o ritual antes de ir a dormir.
• Si tiene pesadillas, consolarle con la luz apagada.
• Practicar juegos en la oscuridad: la gallinita ciega, regalos escondidos en la oscuridad, el escondite, etc.