Cuando alguien, con dotes notables de amabilidad y comunicación consigue hacer creer a otra persona que tiene ante sí un chollo, una oportunidad única; algo que no debe dejar pasar… estamos hablando de un manipulador.
Existen muchas personas cuyos valores éticos son sencillamente inexistentes, y cuyo objetivo es lucrarse a costa de las personas incautas y de buena fe.
La prevención de este tipo de trampas está en el control de los impulsos del vulnerable. Es decir, que debemos apelar a la demora del refuerzo, a retrasar ese premio que inminentemente va a tocarnos, debemos esperar a disfrutar de las llamativas ventajas de dichas condiciones preferentes,… para pensar y contrastar la información con otras personas, con otras fuentes,…
Nuestro cerebro racional debería estar por encima del emocional. El lenguaje interno aquí es fundamental: «parece tan fácil que debe tener trampa», «no puede ser que sólo yo sea el elegido», «¿y por qué tanta prisa porque dé mi consentimiento y firme?»,…
¡Nadie da «duros a peseta»; nadie. Y si alguien los da, es porque luego piensa cobrarse luego veinticinco!
… rompemos rutinas, modificamos horarios, visitamos lugares deseados, nos relacionamos con otras personas… y no deberíamos perder de vista nuestros deseos. Parece que somos el único animal que una vez cumplidos sus sueños… se crea otros nuevos para volver a perseguirlos.
Hay quien dijo que escuchar música (clásica) le había aportado más que su relación con las personas (manu dixit). Hay quien vive por y para la música. Y quien tras unos años dedicado en cuerpo y alma, lo deja para pasar página en las preferencias personales.