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«Me han timado»…

Cuando alguien, con dotes notables de amabilidad y comunicación consigue hacer creer a otra persona que tiene ante sí un chollo, una oportunidad única; algo que no debe dejar pasar… estamos hablando de un manipulador.

Existen muchas personas cuyos valores éticos son sencillamente inexistentes, y cuyo objetivo es lucrarse a costa de las personas incautas y de buena fe.

La prevención de este tipo de trampas está en el control de los impulsos del vulnerable. Es decir, que debemos apelar a la demora del refuerzo, a retrasar ese premio que inminentemente va a tocarnos, debemos esperar a disfrutar de las llamativas ventajas de dichas condiciones preferentes,… para pensar y contrastar la información con otras personas, con otras fuentes,…

Nuestro cerebro racional debería estar por encima del emocional. El lenguaje interno aquí es fundamental: «parece tan fácil que debe tener trampa», «no puede ser que sólo yo sea el elegido», «¿y por qué tanta prisa porque dé mi consentimiento y firme?»,…

¡Nadie da «duros a peseta»; nadie. Y si alguien los da, es porque luego piensa cobrarse luego veinticinco!

Al calor del verano…

… rompemos rutinas, modificamos horarios, visitamos lugares deseados, nos relacionamos con otras personas… y no deberíamos perder de vista nuestros deseos. Parece que somos el único animal que una vez cumplidos sus sueños… se crea otros nuevos para volver a perseguirlos.

¿Para qué nos vamos de vacaciones?, ¿es un fin en sí mismo o un medio para conseguir algo? Dicho de otro modo:  nos vamos para desconectar, o para ver toda Roma entera? Pasar la tarde en la piscina nos sirve para relajarnos; o para conseguir ese moreno tan deseado que nos dure en septiembre… octubre…

De este planteamiento y de nuestra decisión, dependerá en parte nuestro bienestar en verano.

Son muchas cosas las que cambian / cambiamos a nuestro alrededor en la época de las vacaciones de verano. Habitualmente el recuerdo que nos queda de aquellas vacaciones del año 92 en las que estuvimos en tal sitio… son sensaciones, percepciones de un bienestar o un malestar… fotografías de momentos inolvidables,… no tanto si vimos cinco museos, o si logramos que no se nos notara la marca del biquini o no… Más bien tendemos a recordar los buenos ratos con aquella pareja con la que compartimos cena, los desayunos hasta las dos del mediodía, los niños aprendiendo a nadar, aquel paseo en el que nos perdimos,…

En nuestras manos está; como casi todo.

¡Buen verano a todos y todas!

La música como escape

Hay quien dijo que escuchar música (clásica) le había aportado más que su relación con las personas (manu dixit). Hay quien vive por y para la música. Y quien tras unos años dedicado en cuerpo y alma, lo deja para pasar página en las preferencias personales.

Hay quien la música le aporta lo que a una hormiga el color de mis ojos. Y finalmente hay quien se deja llevar, piensa: «¿y por qué no?»; y aprende, bucea, se empapa, conoce… y disfruta.

La vida es un camino lleno de «metas volantes» y con una meta final: la muerte. La música es una de esas actividades que puede estar más o menos a nuestro alcance en nuestra sociedad occidental y que, si nos dejamos interpelar y somos permeables a ella; sin cerrazones, podemos conseguir grandes dosis de «felicidad de caminante».

¿Y qué tipo de música? Eso no es importante; desde ópera a rap, desde folk a fados… lo importante es que nos diga algo, que le demos un sentido, que aporte a nuestros sentimientos, que nos sirva de canal para expresarnos, o de medio para emocionarnos.

La música puede darnos todo esto si le abrimos la puerta… No tenemos nada que perder…

Una recomendación: Mendelssohn y Bizet